viernes, 19 de diciembre de 2014

El consumismo para desarrollar la economía

La retroalimentación que hay entre el consumo y la economía queda claro cuando se promueve el consumo como una forma de obtener satisfacción personal a expensas del bolsillo. El desarrollo económico fomenta el consumo y el consumo incide en el desarrollo económico. Pero, ¿es esto realmente así? Por qué no promover una satisfacción personal sin necesidad del consumo. Porque no es conveniente para los intereses de algunos pocos y del desarrollo económico de un país. Debemos consumir aún en detrimento de nuestra economía personal. Todo el tiempo nos están bombardeando con publicidad que influye en nuestra toma de decisiones a la hora de consumir. Aunque nuestro poder adquisitivo sea bajo, debemos comprar, comprar y comprar. Y por supuesto, nos allanan el camino, bajando los intereses en las tarjetas de crédito que tan fácilmente se obtienen ahora. Nos ofrecen facilidades de pago, que para muchos es irresistible. Nos endeudamos, pero quedamos satisfechos porque compramos lo que deseamos, aunque no lo necesitemos. Enloquecemos porque conseguimos algún artículo en oferta, cuando ni siquiera teníamos la intención de comprarlo, pero consumimos y la economía nos da las gracias. Lamentablemente, así de susceptibles somos ante los mensajes mediáticos que nos dicen que seremos felices si consumimos lo que deseamos. Porque, por el contrario, nos inculcan que si no somos parte de esa ola de consumidores, no somos parte de ese grupo selecto de personas satisfechas.

El problema aquí es que nuestra sociedad se ha dejado caer en unos excesos de consumo que no hacen realmente felices a la gente. La satisfacción es en el momento del consumo, del frenesí de gastar, aunque no sea necesario. Esto lo hemos visto muy frecuentemente en el llamado viernes negro. En un principio el consumo estaba dirigido a comprar los artículos que necesitábamos y cuando se hacía el ofrecimiento del mismo lo que nos querían vender eran las cualidades del artículo. Ahora esto ha cambiado, ahora nos venden lo que vamos a sentir, o lo que vamos a reflejar ante la sociedad con la compra de ese artículo. De esta forma nos influyen diciéndonos que teniendo tal o cual artículo nos veremos más elegantes, más poderosos o con mejor estatus, o más osadamente que seremos la envidia de nuestros amigos o vecinos. Consumir no es sólo satisfacer una necesidad o un deseo individual, aunque ésta es la percepción que tenemos habitualmente. Así nos convencen de que al consumir somos gente, parte de un grupo privilegiado, cuando en realidad estamos siendo engañados con el propósito de gastar irresponsablemente. Esa es la irresponsabilidad que muchos muestran en el ya conocido viernes negro.

El viernes negro ha sido un invento muy exitoso de los grandes intereses económicos para mover a las masas a su antojo, y así mover positivamente la economía. Ese día se ha convertido en el día del consumo desenfrenado, irracional e irresponsable de artículos que no necesitamos, que no queremos y que no nos sirven, porque a la larga resultaron de mala calidad, no dándonos el servicio esperado por el precio pagado. La necesidad de gastar sin motivo aparente, de una manera compulsiva, se está convirtiendo en una obsesión de la gente. Los periodos de rebajas o descuentos en las grandes tiendas suelen ser los peores. El apetito consumidor que existe en el mundo está afectando a la sociedad. El ritmo de consumo es insostenible, para el individuo, la sociedad y el planeta. El sobreconsumo o consumo excesivo, están empobreciendo a la sociedad, la deuda aumenta y la calidad de vida se reduce.

Volviendo al viernes negro, vemos como las megatiendas se llenan a capacidad, la gente se vuelve irracional hasta el punto de pelear, de gritar, llorar por la obtención de algún artículo. Vemos como esa gente está dispuesta a perder la noche esperando a que abran la tienda, a ser atropellada, golpeada y hasta arrestada por el simple hecho de ir a gastar, tal vez lo poco que tienen o endeudarse con tal de decir "estuve en las compras del viernes negro". Para muchos parece ser una satisfacción hasta recibir un golpe, si al fin y al cabo se quedaron con el producto. Algo inverosímil y absurdo. Así es la mentalidad que se está generando en este país y hasta en el mundo entero. Por lo que se puede decir, que el consumo no está basado en la necesidad, sino en consideraciones ajenas al presupuesto familar, como la presión social para mantener un estilo de vida determinado por las apariencias.

Pero, ¿qué beneficio, si alguno, trae el viernes negro para la microeconomía (economía del individuo) y la macroeconomía (economía del país)? Por lo menos, la microeconomía es de deuda, de falta de ahorro y a la larga, falta de dinero. Los individuos en un viernes negro gastan lo que no tienen o gastan lo poco que tienen con tal de obtener algún artículo en descuento que no necesitan. Para la economía del país, el viernes negro no representa un aumento significativo en la economía local, porque las ventas generadas son de megatiendas extranjeras que al fin y al cabo, el dinero generado no termina invirtiéndose aquí, por lo tanto, el enfásis que se le da al consumo como el motor de la economía es muy relativo.
Esta situación de sobreconsumo es el resultado del aumento de salarios y por lo tanto, de ingresos que experimenta la gente. El aumento en el poder adquisitivo representa un problema, a veces difícil de manejar. El tener el dinero disponible para consumir en bienes y servicios crea una falsa necesidad. La gente como puede tener más, quiere adquirir más y caen en una trampa de la que difícilmente pueden salir, ya que luego de establecerse la necesidad, viene el aumento de los precios, ¿y qué sucede entonces? El poder adquisitivo vuelve a caer, pero la necesidad persiste y ahí es donde reside el problema. Entonces para satisfacer las necesidades, las personas caen en la trampa de las compras a crédito y en las deudas.

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