sábado, 13 de diciembre de 2014

Inclusión vs Integración: desintegración escolar (1era parte)

Es importante hacer referencia de la historia para comprender los conceptos de inclusión e integración. En Europa y en Estados Unidos de Norteamérica se había establecido una política pública de obligatoriedad de la escuela primaria. De esta forma comienza la desintegración escolar, ya que los alumnos con deficiencias alteraban el orden de la clase y perjudicaban el aprovechamiento del resto de los alumnos en el aula. Estos alumnos eran denominados por Binet y Sinion como “débiles mentales” y con alteraciones de conducta. Los niños con sordera, ceguera y problemas neuromotores, así como con deficiencia mental profunda, no fueron desintegrados de la escuela regular, estaban excluidos de antemano. Para ellos habían escuelas especiales aisladas, pero fuera del sistema educativo y, en conjunto, no constituían un sistema de educación especial.

Los encargados de expulsar o desintegrar escolarmente a los alumnos de las primarias eran los administradores escolares. Considerando en esos momentos que la educación primaria era obligatoria, tuvieron que formular dictámenes legales con sustento pedagógico que permitiera la excepcionalidad de estos casos. Dicho sustento se basaba en el orden y la disciplina, indispensables para el aprendizaje del grupo, lo cual podía ser alterado por los alumnos con deficiencias. Esta desintegración escolar ocurrida a principios de siglo fue ocurriendo gradualmente, a la inversa de lo que ha sido la integración gradual a finales del mismo.

El proceso de desintegración escolar fue gradual e informal, hasta que dio origen a un sistema formal paralelo y segregado de educación especial. Así quedó librada la educación primaria obligatoria de la inclusión formal de alumnos con deficiencias leves. La exclusión en la escuela obligatoria quedó legalizada. Mientras, maestros preocupados por la educación de estos alumnos, propusieron alternativas para que se mantuviera la inclusión de los mismos y no quedaran desintegrados educativamente. Algunas de las propuestas fueron: horarios alternos de clase, extensión de horario, etc. A los alumnos sin discapacidad se les daba salida más temprano al de su horario oficial y aquellos con deficiencias lo cubrían completo con una atención más personalizada. De esta forma llegaron los salones especiales, luego se ideó inscribirlos en escuelas especiales, hasta que se configuró un sistema paralelo de educación especial en el cual se incorporaron las escuelas especiales por discapacidad específica ya existentes de forma dispersa. De esta forma nace lo que llamamos la educación especial.

La teoría positivista implícita de la educación especial hacía ver normal la segregación de alumnos con discapacidad. Los altos costos y los pobres resultados de este enfoque han demostrado a lo largo de los años que ese no es el camino. La atención centrada aquí deja a la familia y a la sociedad en general, lejos del proceso de integración o inclusión de las personas que presentan una discapacidad. Ahora, en las últimas décadas se ha dado un giro de ciento ochenta grados hacia la integración, convirtiéndose en un reto frontal al sistema de la educación especial, poniéndola en crisis. La integración es una ruptura o una discontinuidad evolutiva de la educación especial.

Como contrapropuesta, surgen en el mundo movimientos que se alzan a favor de la integración, padres organizados, apelando a los derechos humanos, exigiendo recursos para el financiamiento público de la educación básica de sus hijos, demandando una educación inclusiva, y no segregada. Estos movimientos generan grandes controversias y experimentos en búsqueda de una educación más equitativa para quienes no tienen acceso a la misma. Esto obedece no sólo a motivos humanitarios, sino a realidades sociales y económicas específicas. Las políticas de "Integración" o "Inclusión" en América Latina, hasta ahora, son fruto más de medidas monetaristas o compromisos adquiridos con organizaciones internacionales, que de una perspectiva del respeto a los Derechos Humanos, ya que la implementación de la inserción en clases regulares, ocurre a menudo sin una adecuada capacitación de los educadores o apoyo de profesionales y equipos especializados.

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