viernes, 5 de diciembre de 2014

Prosificación de "Caperucita Roja" de Gabriela Mistral

¿Qué significa prosificar un poema? Prosificar es poner en forma de prosa una composición poética. Es transformar los versos de la estrofa en un escrito contínuo, eliminando la métrica y la rima, aunque puede mantener un ritmo poético. La prosificación nos permite comprender mejor un poema, permitiéndonos realizar un análisis literario con mayor facilidad. A continuación veremos un ejemplo de prosificación con un poema de la ilustre Gabriela Mistral.

Caperucita Roja
de Gabriela Mistral

Caperucita Roja visitará a la abuela
que en el poblado próximo sufre de extraño mal.
Caperucita Roja, la de los rizos rubios
tiene el corazoncito tierno como un panal.

A las primeras luces ya se ha puesto en camino
y va cruzando el bosque con un pasito audaz.
Sale al paso Maese lobo, de ojos diabólicos.
"¡Caperucita Roja, cuéntame a dónde vas!".

Caperucita es cándida como los lirios blancos.
"Abuelita ha enfermado. Le llevo aquí un pastel
y un pucherito suave, que se derrite en jugo.
¿Sabes del pueblo próximo? Vive a la entrada de él".

Y ahora, por el bosque discurriendo encantada,
recoge bayas rojas, corta ramas en flor.
Y se enamora de unas mariposas pintadas
que le hacen olvidarse del viaje del Traidor.

El lobo fabuloso de blanqueados dientes
ha pasado ya el bosque, el molino, el alcor,
y golpea en la plácida puerta de la abuelita
que le abre. ¡A la niña, ha anunciado el traidor!

Ha tres días la bestia no sabe de bocado.
¡Pobre abuelita inválida, quién la va a defender!
... Se la comió riendo toda y pausadamente
y se puso en seguida sus ropas de mujer.

Tocan dedos menudos a la entornada puerta.
De la arrugada cama, dice el Lobo: "¿Quién va?".
La voz es ronca. "Pero la abuelita está enferma",
la niña ingenua explica. "De parte de mamá".

Caperucita ha entrado, olorosa de bayas.
Le tiemblan en las manos gajos de salvia en flor.
"Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho".
Caperucita cede al reclamo de amor.

De entre la cofia salen las orejas monstruosas.
"¿Por qué tan largas?", dice la niña con candor.
Y el velludo engañoso, abrazando a la niña:
"¿Para qué son tan largas? Para oírte mejor".

El cuerpecito tierno le dilata los ojos.
El terror en la niña los dilata también.
"Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes ojos?"
"Corazoncito mío, para mirarte bien..."

Y el viejo Lobo ríe, y entre la boca negra
tienen los dientes blancos un terrible fulgor.
"Abuelita, decidme ¿por qué esos grandes dientes?"
"Corazoncito, para devorarte mejor..."

Ha arrollado la bestia, bajo sus pelos ásperos
el cuerpecito trémulo, suave como un vellón,
y ha molido las carnes y ha molido los huesos
y ha exprimido como una cereza el corazón.


Prosificación de Caperucita Roja de Gabriela Mistral

Caperucita Roja visitará a su abuela que sufre de extraño mal en un poblado próximo. Caperucita Roja tiene rubios rizos y un corazón tierno como un panal. Ella va cruzando el bosque con paso audaz, cuando se encuentra con Maese Lobo de diabólicos ojos. Maese Lobo le pregunta: "¿a dónde vas?". Con la candidez de los lirios blancos, Caperucita le contesta que le lleva un pastel a su abuela, que ha enfermado y que vive a la entrada del próximo pueblo.

Caperucita en el camino recoge bayas rojas, corta ramas en flor y queda encantada cuando ve a unas mariposas pintadas olvidándose del Traidor. Ante la puerta de la abuela, llega el traidor con sus blanqueados dientes, luego de haber pasado el bosque, el molino y el alcor. Toca a la puerta anunciándose como la niña. Quien iba a defender a la pobre e inválida abuelita de la bestia que llevaba tres días sin comer. Pausadamente y riendo se la comió toda, luego se puso sus ropas.

Dedos menudos tocan a la puerta y desde la cama arrugada el Lobo pregunta con voz ronca ¿Quién va? La niña ingenua contesta “de parte de mamá” pensando que como la abuela está enferma tiene una ronca voz.Oliendo a bayas entra Caperucita con gajos de salvia en flor en la mano, y deja los pastelitos en la mesa ante el reclamo de la abuela de entibiar el lecho. La niña lo hace con amor. Cuando la niña ve las monstruosas orejas saliendo de la cofia le pregunta con candor "¿por qué tan largas?". Mientras el engañoso velludo abrazando a la niña le dice “para oírte mejor”.

Los ojos del traidor se dilatan al ver el tierno cuerpo de la niña, mientras los ojos de la niña también se dilatan, pero de terror. "¿Por qué esos ojos tan grandes?". "Para poder mirarte bien, corazón". De la boca negra, cuando el lobo ríe, se ve un terrible fulgor de sus blancos dientes, y la niña pregunta "¿abuelita, por qué esos dientes tan grandes?". El lobo contesta "para devorarte mejor, corazón". La bestia ha arrollado el cuerpecito de la niña que es suave y trémulo, moliendo las carnes y los huesos, y exprimiéndole el corazón como una cereza.     

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